La relación entre el cambio climático y la salud mental
En los últimos años hemos asistido a una mayor preocupación por la salud mental y a las devastadoras consecuencias del cambio climático sobre nuestro planeta. Desde olas de calor extremas a incendios de sexta generación o sequías desmesuradas.
Cambio climático: más investigación en salud mental
Sin ir más lejos, la Universidad de Bath (Reino Unido)
publicó el pasado mes de septiembre los resultados de una encuesta realizada a 10.000 jóvenes de entre
16 y 25 años procedentes de diez países distintos. Casi el 50% afirmaba que la
inacción climática de los Gobiernos les provoca miedo, estrés, ansiedad,
tristeza, enfado, impotencia o sentimiento de culpabilidad.
Ecoansiedad y solastalgia
El ser humano forma parte de los lugares en los que habita
y, si estos se deterioran, también lo hace, de alguna manera, su identidad.
Esta angustia provocada por ser testigo de que el entorno natural que te rodea
se degrada es lo que se conoce como «solastalgia». Este término lo acuñó en
2005 por el filósofo australiano Albrecht tras apoyar una causa en contra de la
minería de carbón a cielo abierto.
Este conjunto de emociones negativas –miedo, estrés, ansiedad, etc.– provocadas por el temor crónico a un cataclismo ambiental se denominan «ecoansiedad». El catedrático de Psicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), José Antonio Corraliza, explica que «hay que tener en cuenta que es una respuesta emocional, que puede ser normal, aunque también puede ser patológica».
Es decir, que la ansiedad que provocan las noticias negativas sobre el cambio climático no debe necesariamente resultar perjudicial, porque puede hacer que la persona reaccione y se implique en la solución. El problema viene cuando esta misma ansiedad es destructiva y hace que la persona se bloquee.
La acción colectiva como solución parcial
La angustia provocada por el cambio climático está
relacionada, en parte, con la sensación de desamparo e impotencia ante los
daños de la crisis ecológica. Las personas suelen percibir, por un lado, que
sus acciones individuales no son suficientes para paliar los efectos adversos.
Por otro lado, que los Gobiernos, instituciones y organismos responsables no
asumen su cometido de modificarlos y
evitarlos.
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