APRENDIENDO A TOLERAR LA INCERTIDUMBRE

 


Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante

Walt Whitman

Nos pasamos la vida esperando el fin de semana, las navidades, el verano, volver a ver a ese amigo que vive en el extranjero.  Necesitamos planificar, organizar nuestra vida, estructurarla para motivarnos en nuestro día a día y en nuestra rutina, para darle sentido a nuestro presente; estamos constantemente viviendo en lo que vendrá, anticipándonos sin ser conscientes del aquí y del ahora, haciendo intentos por controlar nuestra realidad. Necesitamos tener certeza y creemos que las cosas son blancas o negras, evitamos sentir emociones que nos desagradan e idealizamos y generamos expectativas de futuro, y lo único que estamos consiguiendo es ahogarnos en la ansiedad.

¿Y qué pasa cuando de repente no puedo planificar? Vivimos en un momento en el que nos hemos encontrado con una parálisis de expectativas, lo que nos ha permitido tomar consciencia de por qué no somos capaces de tolerar la incertidumbre.

Definimos la incertidumbre como la falta de certeza, de evidencia, de todo aquello que no podemos saber o suponer. Aquellas personas que no poseen la cualidad de tolerar la incertidumbre están en contante preocupación por lo que vendrá y son incapaces de asumir el riesgo a lo impredecible, generando creencias irracionales que van más allá de la lógica. La reacción propia del ser humano ante lo que le provoca malestar es que tienda a ser rechazado o evitado, si bien es cierto que con esto lo único que conseguimos es que persista con más fuerza y que, por lo tanto, el exceso de preocupación lleve consigo un exceso de pensamientos rumiativos acerca de todo aquello que podría pasar.

Por otro lado, la persona con intolerancia a la incertidumbre tiende a revisar constantemente que todo esté en perfectas condiciones y no tenga errores. La búsqueda de seguridad también la consiguen a través de las preguntas a las personas de su entorno, para afianzar su creencia. Dejarlo todo por escrito y repasarlo es otra de las características de estas personas, así como no dejar que nadie haga sus tareas, encargarse de todo para tener máximo control y a colación del control, estar todo el tiempo ocupados y por tanto distraídos para no dejar espacio al pensamiento. La búsqueda de estas certezas a través de cualquier tipo de ritual desencadena el exceso de preocupación y en ningún caso reduce la intolerancia a la incertidumbre.

Aunque exponerse sería la solución, para las personas que tienen tanto miedo a lo desconocido esto no es tarea fácil y debe ser gradual. Para trabajar la intolerancia a la incertidumbre el primer paso sería trabajar nuestra la flexibilidad cognitiva, definida como la capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptarse a los cambios, tanto a través del pensamiento como de la conducta. Esta es un elemento muy valioso para nuestro desarrollo personal, ya que nos permite cambiar nuestra perspectiva, aprender de nuestros errores y adquirir estrategias para la acción al cambio.

Son numerosos los autores que a lo largo de la historia han encontrado una relación directa entre nuestra manera de interpretar la realidad y los efectos que esto tiene en nuestro malestar y por tanto en nuestra manera de comportarnos. En la psicoterapia cognitiva actual se utiliza el diálogo socrático para cambiar aquellos pensamientos disfuncionales que emanan de la interpretación que hacemos de la realidad. El dialogo socrático nace en la antigua Grecia (en el siglo V a. de C.) a manos de Sócrates y llega a nuestros días por medio del filósofo Platón.

Una de las herramientas utilizadas actualmente para desarrollar la flexibilidad cognitiva sería el acompañamiento a través de preguntas inductivas que permitan esclarecer las creencias que tenemos sobre los problemas que nos acontecen y nos perturban en nuestro día a día.

El diálogo socrático se formula a través de preguntas empíricas y podemos resumirlo de la siguiente manera (Partarrieu, 2011):

  • Evidencia para mantener los pensamientos disfuncionales. ¿Qué pruebas tengo para creer que…? ¿Hay alguna prueba de lo contrario?…
  • Alternativas interpretativas a los pensamientos disfuncionales. ¿Podría haber otra interpretación distinta para ese suceso? ¿Podría haber otra forma de ver esa situación?…
  • Reconocer el efecto emocional de mantener el pensamiento disfuncional. ¿A qué te lleva pensar eso? ¿Qué función tiene dicho pensamiento?…
  • Explorar la trascendencia de las predicciones negativas. ¿Qué probabilidad hay de que ocurra eso? suponiendo que fuese cierto ¿Cuáles serían sus efectos? ¿En qué medida podría hacer yo algo al respecto?…
  • Conceptualizar pensamientos en su formulación. ¿Qué quiere decir con…? ¿Podría explicarlo de otra forma?…

Si bien es cierto que todos en algún momento de nuestra vida nos enredamos en pensamientos que nos generan malestar y nos dificultan salir del bucle, también es importante destacar que las numerosas investigaciones a lo largo de la historia y su posterior evidencia empírica nos demuestran que se pueden aprender herramientas y recursos de afrontamiento, para poder reeducar nuestro pensamiento con la práctica.

Cabe destacar la importancia que tiene, como venimos hablando a lo largo de este artículo, la constante preocupación por nuestro acontecer y no debemos olvidarnos del riesgo que puede acarrear la no detección de esta conducta de sobrepreocuparnos. Recientes investigaciones muestran la evidencia de que más del 38% de las personas se preocupan una vez al día, por lo que la preocupación es un proceso cognitivo bastante común en la población general (Davey, Tallis y Capuzzo, 1996).

La preocupación se vuelve problemática en el momento en el que las personas desarrollan creencias rígidas sobre las ventajas de preocuparse y seleccionan las preocupaciones como una manera de solucionar problemas, aunque conlleven consecuencias negativas como la ansiedad y la depresión.

Es debido al alto porcentaje de personas que se preocupan y a sus consecuencias perturbadoras que recientemente ha surgido un considerable interés por el abordaje clínico de la preocupación y los aspectos que se relacionan con la misma en el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) (Gonzalez Rodriguez, Cubas León, Teresa Rovella, & Darias Herrera, 2006).

El ser humano está expuesto a la incertidumbre desde el nacimiento hasta su muerte. Intentar tener el control de nuestra vida, la búsqueda constante de certezas, genera un exceso de preocupación que nos puede llevar a padecer un trastorno de ansiedad. Si bien es cierto que existen numerosas herramientas que nos ayudan a enfrentarnos a lo desconocido cabe destacar la importancia de conocernos, de indagar en nuestro pensamiento para poder reeducarle, potenciando así los recursos que todos llevamos dentro. Bienvenido al maravilloso mundo de lo desconocido.

La persona emocionalmente madura debe aceptar por completo el hecho de que vivimos en un mundo de probabilidades y de azar, donde no hay, ni probablemente jamás habrá, certezas absolutas, y debe darse cuenta de que no es para nada horrible

Albert Ellis


Fuente: https://psicologosprincesa81.com/blog/aprendiendo-a-tolerar-la-incertidumbre/

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